Este viernes hemos hablado de "la
indiferencia". Una cosa nos tiene que distinguir a los cristianos, y es
que nos tienen que importar lo que sucede a nuestro alrededor. A veces,
nos acostumbramos tanto a lo que sucede en nuestro entorno, que nos
hace sentir indiferencia (parece que nada nos importa). Hace que
nuestro corazón se vuelva duro. Por eso vamos a vacunarnos contra ello y
"vamos ser luz y sal" con nuestros actos para que se vea reflejado el
rostro de Jesús.
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