La Indiferencia
Cristina entró corriendo, las lágrimas de alegría resbalaban veloces,
empujándose unas tras otras, se sentó en una curiosa hendidura que formaba la
tierra, y con una paciencia digna del mejor depredador, desenvolvió el trozo de
bizcocho, que la vida la había regalado. Hace años, ni en sus peores pesadillas
se habría imaginado en su actual situación, deseando comerse un pedazo de
comida, como un lobo hambriento. Ella siempre había sido de familia media
acomodada, su chalet, sus coches, sus super vacaciones, su ropa de marca... y
junto a ello, su arrogancia, su prepotencia, su soberbia, ante todo aquel que
no cubriera un mínimo de requisitos, para formar parte de su ¨grupo¨.
Pero la vida, lo devuelve todo, y ella ya llevaba varios años
descubriéndolo, sabía ya de la amargura de sentirse apestada, la vergüenza de
saberse señalada, la soledad de conocerse marginada, pero lejos de hundirla, la
había servido para sentirse libre. Por primera vez en su vida, distinguía la
bondad verdadera de las personas. En la abundancia el halago es fácil y vacío,
en la dificultad, solo quien tiene un buen corazón, queda a tu lado. Y de sus
amigos descubrió penosamente que ninguno tenia buen corazón , también era normal, a fin de cuentas nunca
buscó amigos ,más bien solo, maniquíes que hicieran juego con ella. Pensaba, mirando ensimismada el bonito manjar, olisqueando hasta el
último aroma desprendido, ¿en qué momento, cambió mi vida?,Y se vio, recordando
aquella bronca familiar, en la que sus
padres, sacaron todo lo peor de cada uno, y acabaron en un segundo con toda una
ilusión. No los culpaba ,la falta de trabajo, los agobios de la hipoteca ,la
sensación de hundirse sin remedio ,les sumía a él en el alcohol y a ella en la
depresión ,estados que se convierten irremediablemente en una bomba , ante el más mínimo contacto . Aquel estallido
hizo saltar toda una vida perfecta,o que al menos hasta entonces ella creía
perfecta .
Cristina decidió guardar un poco para su hermano pequeño,también el
pobre lo estaba pasando fatal,y seguro lo agradecería.Se ruborizó al recordar
,que estaba decidida a robarlo , y que gracias a la dueña de la pastelería
,ahora podría comérselo sin remordimientos,sin duda cuando sus ojos se cruzaron
,Patricia , la dueña ,pudo sentir la necesidad de Cristina colarse en su
corazón. ¡Qué generosa ¡---pensó--- yo jamás hubiera hecho algo así,a mi nunca me
importó el dolor de los demás.Se sintió triste y avergonzada , mucho más que
cuando pedía en cáritas ,rodeada de aquellos que antes la daban asco.Esa
vergüenza se pasó pronto,pero el dolor de la indiferencia,urgaba cobarde rasgando sus entrañas. Todo esto pasará
,y volveré a hacer cosas que ahora no puedo.---se consolaba----y cuando así
sea ya habré aprendido como ayudar a los demás. Cristina saboreó hasta la última
migaja de su trozo,con una delicadeza soberana,se reclinó en aquel diván y
respiró hondo dejando entrar la frescura del huerto en su cuerpo,sonrió ante la
higuera,acariciando sus brotes ,cerró los ojos de adolescente quinceañera ,y
agradeció a Dios la vida y toda las bendiciones que cada día iba
descubriendo.Nada ni nadie ,la robaría sus sueños ,sus ilusiones ,esos que
cuando era una niña consentida no tenía ,ni buscaba. Guardó
el resto del bizcocho, y llena de energía nueva, se levantó mirando hacia el
diván del suelo, pensó, ya aprendí la lección, la indiferencia es peor que el
hambre, y el amor, lo puede todo. Y llena de alegría se marchó corriendo a
compartir con su hermano ...
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